Comentario
CAPITULO XIV
Que trata de la pujanza del imperio mexicano y de cómo
los mexicanos tenuchcas conquistaron Quatimalla y Nicarahua
En este tiempo estaba tan pujante el imperio de los mexicanos y señorío de Moctheuzoma, que no había otra cosa en este Nuevo Mundo, que ya su Imperio y monarquía llegaba más de trescientas leguas adelante de Quatimalla y de Nicarahua, donde el día de hoy la lengua mexicana se trata corruptamente en estas provincias. Yendo grandes ejércitos mexicanos poblando y conquistando tierras y provincias riquísimas de oro y plumas verdes de mucha estima, y cacao y bálsamo, liquidámbar y otras resinas olorosas, licores y atramentos que los naturales tenían en mucho aprecio, algunas provincias se les resistían con gran resistencia de armas y no les dejaban entrar, como fue la propia provincia de Nicarahua y otras comarcanas, y es que, como sintieron que iban grandes ejércitos a conquistallos, les salieron al encuentro a estorballes el pasaje y decilles que se fuesen y no volviesen a sus tierras. Salieron de tal manera que maltraron a los mexicanos en un encuentro; les mataron muchas gentes y los pusieron en grande aprieto, que tuvieron necesidad de rehacerse y volver sobre sí, que como las partes por donde habían pasado todos los pueblos y provincias se les sujetaban, entendieron que fuera lo mismo de todas las demás provincias, y salióles muy al revés.
Vista tan grande resistencia de aquellas gentes, procuraron con ardid y maña valerse, porque su valor no viniera a menos y se perdiera el crédito y fama que en tantos años habían ganado. Procuraron de hacer partido con los moradores de aquella tierra, fingiendo que ellos querían pasar adelante y no parar allí, pues no los querían tener por amigos ni por vecinos, y que, [como] ellos habían perdido mucha gente en el camino y reencuentros que habían tenido, que les diesen cinco o seis mil tamemes para que les pasasen sus equipajes y hato a los pueblos de adelante, y con esto se saldrían de sus tierras, porque si no, cada día tendrían escaramuzas y muertos. Condescendiendo los nicaraguas con esta demanda, tuvo efecto su ardid y astuta imaginación, pues que dieron a los mexicanos los tamemes que pedían por echalles cabe de sí, y saliendo la mayor parte de esta gente de su patria, las gentes y ejércitos mexicanos quedaban atrás a retaguardia sin resistencia alguna se entraron en esta provincia y alzaron con ella, bien descuidados los nicaraguas de tan inaudita traición.
Apoderados ya de esta provincia, cuando los miserables tamemes volvieron a sus casas las hallaron tomadas y ocupadas de gentes extrañas, y sobreviviendo los mexicanos que adelante habían marchado, tomaron muy a su salvo esta gran provincia y sus sujetos, y fueron señores de ella como [de las] demás. Y ansí reconocieron desde entonces las gentes de Nicaragua y Verapaz a los mexicanos por señores y les enviaban de tributo oro y plumería verde y otras cosas que la tierra producía, pedrería, esmeraldas, turquesas y cosas de mucha estima y valor. Por esta orden y maña y astucias, fue Moctheuzoma muy gran señor de la mayor parte de este Nuevo Mundo, aunque en él algunas [partes] se le rebelaban y alzaban algunas provincias, las cuales tornaba a pacificar con sus gentes, castigando a los alzados, a unos por amor, y a otros con promesas, dádivas y franquezas, según era necesario. Finalmente, aunque bárbaros, se conservaban a su modo en pujanza y poder, con disciplina militar, la cual sustentó y sustenta la Monarquía Universal del Mundo.